Gustavo Benzecry Sabá y María Olivera buscan la excelencia.
Se conocieron hace casi cuatro años; pero trabajan juntos alrededor de tres. Son docentes, bailarines, escritores del tango y organizadores de milongas. Viajaron al exterior dando clases, exhibiciones y conferencias en los Estados Unidos y Canadá y para este año proyectan una gira por Europa.
Gustavo Benzecry Sabá es autor de dos libros: Glosario de Tango Danza y La Pista del Abrazo; María Olivera tradujo al inglés el segundo y ofrece, además, clases de técnica para la mujer.
BA Tango: En poco tiempo han tenido un ascenso vertiginoso. ¿A qué lo atribuyen?
María: Al trabajo. Buscamos la excelencia en todo aquello que emprendemos, hasta cuando armamos nuestro website. Esto no quiere decir que seamos excelentes en todo, sino que cuando se trabaja para 10, se obtienen buenos resultados. Se transmite nuestro trabajo conjunto.
Gustavo: Si, creo que sólo en el diccionario "éxito" figura antes que "trabajo". Pero también tenemos la fortuna de encontrarnos con alumnos, docentes, bailarines y organizadores muy generosos. Incluso con quienes nos dan espacio en las revistas (risas).
BA Tango: Esa mezcla de seriedad y humor se nota mucho en ustedes. ¿Eso distingue sus clases?
María: Cuando estaba en la Falcutad, teníamos un dicho: "haciendo alegremente cosas terriblemente serias". Con el tango nos pasa lo mismo: es una disciplina y por eso somos serios; pero también es parte de la recreación de un pueblo y lo vivimos con alegría.
Gustavo: Diría que somos "obsesivos" con ilas correcciones y las explicaciones de los movimientos. Se aprende más rápido y mejor por el camino del buen trato, y lo más importante en nuestras clases es el grupo y el espíritu de solidaridad. Todos ayudan e integran al recién llegado, más aún si éste demuestra cordialidad.
BA Tango: ¿Hay algo en particular que les moleste cuando ofrecen sus clases?
María: Nos molesta la gente irrespetuosa, que no se esfuerza o nos viene a tomar un examen. En particular me subleva ver que alguien trate mal a otro en clase. Sobre todo porque la gente que recién empieza es vulnerable, y hay quienes se aprovechan de esa situación.
BA Tango: Ustedes también hacen exhibiciones de tango salón.¿La elección del estilo es compartida o preferirían hacer escenario?
Gustavo y María: Nosotros respetamos todas las formas de expresión, aunque lo que nos unió como pareja de baile y de vida es el abrazo íntimo, el calorcito del salón y la emoción de bailar el uno para el otro más allá de quién nos esté mirando, y eso es algo que no te ofrece el tango de escenario.
BA Tango: ¿Y la diferencia de estaturas no es un obstáculo para ustedes?
María: Si, y tenemos que trabajar mucho para encontrar la comodidad. Yo mido 1,55 metros sin tacos, y lo que hago es crecer 15 centímetros; Gustavo baja un poquito sus 1,85 metros, y así tratamos de compensar la diferencia. Es un esfuerzo grande, pero el placer de bailar juntos lo vale.
BA Tango: ¿Cómo ven el baile de tango en las milongas?
Gustavo: Ojalá pudiéramos asistir a todas las milongas. Por lo general vemos una nueva generación que baila con movimientos industrializados más que por propia inventiva. Les falta descubrir el valor del abrazo y compenetrarse con la verdadera música de tango.
María: Creo que lo más peligroso es faltarle el respeto a los códigos. En ocasiones vemos cómo la gente choca, no pide disculpas, no cuidan a la mujer, ¡y hasta huelen mal!
BA Tango: ¿Por "nueva generación" entienden a los jóvenes?
Gustavo: Cuando dije generación me refería a la nueva camada de bailarines. Muchso errores revelan falencias en el aprendizaje y en la enseñanza. Además, ¿qué es bailar bien?. Es más complejo que hacer buenos pasos con la música. También es la química de la pareja, el respeto del que hablaba María, la energía y otras muchas circunstancias.
María: Bueno, yo no tengo 15 años pero me considero joven...y conozco gente joven que baila maravillosamente bien. No es una cuestión cronológica, sino de compromiso con la danza y disposición para aprender.
BA Tango: María, ¿Por qué clases de técnica para la mujer?
María: Porque hace tiempo que perdió validez el concepto de "yo bailo si me saben llevar". Hoy las mujeres necesitamos saber cómo pararnos solitas y movernos graciosamente sin perder el equilibrio. Queremos expresarnos bien haciendo adornos, los hombre nos piden que seamos livianas...es mucho para suponer que nuestro baile puede depender de ellos.
BA Tango: Gustavo, ¿para qué has escrito esos libros?
Gustavo: La palabra escrita transmite un conocimiento a los contemporáneos y deja un testimonio para las nuevas generaciones. El Glosario de Tango Danza, por ejemplo, se transformó en el diccionario del tango danza, así como La Pista del Abrazo es la única referencia del tango salón. Por algo ambos libros tuvieron reimpresiones y están traduciéndose a varios idiomas.
BA Tango: Ustedes han dado clases en el exterior, ¿encuentran diferencias entre el bailarín porteño y el extranjero?
María: Hay bailarines extranjeros que técnicamente le pasan el trapo a mucha gente de Buenos Aires; pero sí es cierto que el espíritu de Corrientes y Esmeralda se encuentra solamente en las milongas porteñas.
Gustavo: Ocurre que muchos bailarines extranjeros aprendieron pasos de escenario que no condicen ni con el auténtico tango ni con el espacio que tenemos en Buenos Aires. No les enseñaron la circulación, caminar, el abrazo, la conexión con la pareja. Habría que preguntarse por qué no lo aprendieron, quién les enseña. Ellos están en una etapa diferente al porteño, que escucha tango desde chico hasta por la radio del tachero y tiene más posibilidades de encontrar docentes y lugares para practicar y bailar.
BA Tango: Ahora encaran una gira, ¿piensan traer las valijas llenas?
Gustavo: Pensamos traer el corazón lleno de recuerdos. Casi siempre comenzamos teniendo alumnos y terminamos teniendo amigos. Pero, para responder mejor, te diría que solemos ganar mucho más de lo que esperamos y mucho menos de lo que la gente piensa.
María: Tenemos recuerdos hermosos. Por ejemplo, una clase que dimos para 120 personas en el Sea Port de Manhattan una tarde de verano con el puente de Brooklyn al lado. Fue una experiencia inolvidable; pero no más que ver a muchos alumnos que llegaron sin saber nada y hoy bailan en la pista, algunos convertidos en docentes o haciendo shows.
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