miércoles, 20 de junio de 2007

Entrevista publicada por la revista BA Tango Nro. 183. Mayo 2007

Gustavo Benzecry Sabá y María Olivera buscan la excelencia.
Se conocieron hace casi cuatro años; pero trabajan juntos alrededor de tres. Son docentes, bailarines, escritores del tango y organizadores de milongas. Viajaron al exterior dando clases, exhibiciones y conferencias en los Estados Unidos y Canadá y para este año proyectan una gira por Europa.
Gustavo Benzecry Sabá es autor de dos libros: Glosario de Tango Danza y La Pista del Abrazo; María Olivera tradujo al inglés el segundo y ofrece, además, clases de técnica para la mujer.
BA Tango: En poco tiempo han tenido un ascenso vertiginoso. ¿A qué lo atribuyen?
María: Al trabajo. Buscamos la excelencia en todo aquello que emprendemos, hasta cuando armamos nuestro website. Esto no quiere decir que seamos excelentes en todo, sino que cuando se trabaja para 10, se obtienen buenos resultados. Se transmite nuestro trabajo conjunto.
Gustavo: Si, creo que sólo en el diccionario "éxito" figura antes que "trabajo". Pero también tenemos la fortuna de encontrarnos con alumnos, docentes, bailarines y organizadores muy generosos. Incluso con quienes nos dan espacio en las revistas (risas).
BA Tango: Esa mezcla de seriedad y humor se nota mucho en ustedes. ¿Eso distingue sus clases?
María: Cuando estaba en la Falcutad, teníamos un dicho: "haciendo alegremente cosas terriblemente serias". Con el tango nos pasa lo mismo: es una disciplina y por eso somos serios; pero también es parte de la recreación de un pueblo y lo vivimos con alegría.
Gustavo: Diría que somos "obsesivos" con ilas correcciones y las explicaciones de los movimientos. Se aprende más rápido y mejor por el camino del buen trato, y lo más importante en nuestras clases es el grupo y el espíritu de solidaridad. Todos ayudan e integran al recién llegado, más aún si éste demuestra cordialidad.
BA Tango: ¿Hay algo en particular que les moleste cuando ofrecen sus clases?
María: Nos molesta la gente irrespetuosa, que no se esfuerza o nos viene a tomar un examen. En particular me subleva ver que alguien trate mal a otro en clase. Sobre todo porque la gente que recién empieza es vulnerable, y hay quienes se aprovechan de esa situación.
BA Tango: Ustedes también hacen exhibiciones de tango salón.¿La elección del estilo es compartida o preferirían hacer escenario?
Gustavo y María: Nosotros respetamos todas las formas de expresión, aunque lo que nos unió como pareja de baile y de vida es el abrazo íntimo, el calorcito del salón y la emoción de bailar el uno para el otro más allá de quién nos esté mirando, y eso es algo que no te ofrece el tango de escenario.
BA Tango: ¿Y la diferencia de estaturas no es un obstáculo para ustedes?
María: Si, y tenemos que trabajar mucho para encontrar la comodidad. Yo mido 1,55 metros sin tacos, y lo que hago es crecer 15 centímetros; Gustavo baja un poquito sus 1,85 metros, y así tratamos de compensar la diferencia. Es un esfuerzo grande, pero el placer de bailar juntos lo vale.
BA Tango: ¿Cómo ven el baile de tango en las milongas?
Gustavo: Ojalá pudiéramos asistir a todas las milongas. Por lo general vemos una nueva generación que baila con movimientos industrializados más que por propia inventiva. Les falta descubrir el valor del abrazo y compenetrarse con la verdadera música de tango.
María: Creo que lo más peligroso es faltarle el respeto a los códigos. En ocasiones vemos cómo la gente choca, no pide disculpas, no cuidan a la mujer, ¡y hasta huelen mal!
BA Tango: ¿Por "nueva generación" entienden a los jóvenes?
Gustavo: Cuando dije generación me refería a la nueva camada de bailarines. Muchso errores revelan falencias en el aprendizaje y en la enseñanza. Además, ¿qué es bailar bien?. Es más complejo que hacer buenos pasos con la música. También es la química de la pareja, el respeto del que hablaba María, la energía y otras muchas circunstancias.
María: Bueno, yo no tengo 15 años pero me considero joven...y conozco gente joven que baila maravillosamente bien. No es una cuestión cronológica, sino de compromiso con la danza y disposición para aprender.
BA Tango: María, ¿Por qué clases de técnica para la mujer?
María: Porque hace tiempo que perdió validez el concepto de "yo bailo si me saben llevar". Hoy las mujeres necesitamos saber cómo pararnos solitas y movernos graciosamente sin perder el equilibrio. Queremos expresarnos bien haciendo adornos, los hombre nos piden que seamos livianas...es mucho para suponer que nuestro baile puede depender de ellos.
BA Tango: Gustavo, ¿para qué has escrito esos libros?
Gustavo: La palabra escrita transmite un conocimiento a los contemporáneos y deja un testimonio para las nuevas generaciones. El Glosario de Tango Danza, por ejemplo, se transformó en el diccionario del tango danza, así como La Pista del Abrazo es la única referencia del tango salón. Por algo ambos libros tuvieron reimpresiones y están traduciéndose a varios idiomas.
BA Tango: Ustedes han dado clases en el exterior, ¿encuentran diferencias entre el bailarín porteño y el extranjero?
María: Hay bailarines extranjeros que técnicamente le pasan el trapo a mucha gente de Buenos Aires; pero sí es cierto que el espíritu de Corrientes y Esmeralda se encuentra solamente en las milongas porteñas.
Gustavo: Ocurre que muchos bailarines extranjeros aprendieron pasos de escenario que no condicen ni con el auténtico tango ni con el espacio que tenemos en Buenos Aires. No les enseñaron la circulación, caminar, el abrazo, la conexión con la pareja. Habría que preguntarse por qué no lo aprendieron, quién les enseña. Ellos están en una etapa diferente al porteño, que escucha tango desde chico hasta por la radio del tachero y tiene más posibilidades de encontrar docentes y lugares para practicar y bailar.
BA Tango: Ahora encaran una gira, ¿piensan traer las valijas llenas?
Gustavo: Pensamos traer el corazón lleno de recuerdos. Casi siempre comenzamos teniendo alumnos y terminamos teniendo amigos. Pero, para responder mejor, te diría que solemos ganar mucho más de lo que esperamos y mucho menos de lo que la gente piensa.
María: Tenemos recuerdos hermosos. Por ejemplo, una clase que dimos para 120 personas en el Sea Port de Manhattan una tarde de verano con el puente de Brooklyn al lado. Fue una experiencia inolvidable; pero no más que ver a muchos alumnos que llegaron sin saber nada y hoy bailan en la pista, algunos convertidos en docentes o haciendo shows.

LOS CODIGOS DE LA MILONGA

¿En qué consisten? ¿De dónde vienen? ¿Quién los impuso?

Los códigos de la milonga son normas que regulan el comportamiento social en el salón de baile. Su origen coincide con el nacimiento del tango salón, entre 1912 y 1920. Dependiendo de las circunstancias advertidas durante el baile y las condiciones morales de las épocas, algunos fueron agregándose con el correr de los años mientras otros cayeron en desuso.
El salón de baile es un almacén que reúne gente de distintos extractos sociales, con diferentes edades e intereses; pero en su gran mayoría, con conflictos emocionales no resueltos. Allí es donde los pies virtuosos del bailarín extinguen la timidez de su dueño mientras el pudor de la mujer se maquilla con rimmel y rouge.
Los primeros códigos fueron dados a conocer en 1916 a través del libro de Nicanor Lima: “Método de baile teórico práctico para bailar el ‘Tango Argentino’ de salón.” No obstante, muchos de ellos fueron escritos como parte del proceso de “adecentamiento” que sufrió el tango por esos años. En otras palabras, sobrevivieron los que coincidían con la moral de la época. Desde la postura hasta el comportamiento respondían a los pruritos reinantes de la censura establecida.
Hacia finales de los años ’30 también nos acerca una serie de códigos el profesor Domingo Gaeta, titular de la academia que llevó su nombre, y creador de un curso de baile por correspondencia que le valió la burla de quienes se formaron bailarines en el barrio y llegaron a profesionales de primer nivel. Esta idea, aunque probablemente extraída del profesor Murray de Estados Unidos, dejó al menos una huella para continuar el estudio del tango de salón y sus características.
Muchas de estas reglas, visto está, se moldearon con los años. Fueron transmistidas a las nuevas generaciones, que pasaron por democracias, tiranías y dictaduras, búsquedas de libertades personales e individuales y prejuicios, e influyeron en el contexto del baile.
Desde otro punto de vista, el gran porcentaje de estas normas también tuvo como objetivo salvarguardar la imagen de la mujer, que padeció abusos, se vio obligada a llevar “cuchillo a la liga” y cuyo lugar social en el baile fue relegado por la dominación masculina. Así pues, hubo que encontrar un modo de reintegrarle a la comunidad femenina su reputación, con lo cual se estableció una serie de distancias físicas entre los géneros. Ese respeto se efectivizó a través de una invitación por guiño o cabeceo y el desprendimiento de la pareja al cese de la música, entre otras formas.
El aprendizaje de estos modales fueron capitalizados por el varón. El mismo podía invitar a bailar con un simple ladeo de la cabeza, sin comprometerla, pero también sin comprometerse. Y asimismo recibir el castigo por no seguir el paradigma: no acercarse a la mesa de la mujer, porque de ser rechazado debía retirarse del salón, incapaz de soportar la vergüenza y la mirada judicial de la comunidad.
Normas perdidas, algunas absurdas, otras aggiornadas, lo cierto es que en la actualidad la nueva generación de bailarines las discuten, según sus conocimientos, experiencia de tango, edad, lugar bailable y nivel de profesionalismo. Las opiniones se dividen: ¿Debo respetar sólo los códigos que me convienen y desechar los otros? ¿Debo respetar todos o ninguno?
De la capacidad individual para aceptar la ley –nos guste o no– que permite compartir un mismo espacio, dependerá cada respuesta. Son los mismos problemas que en escala se suscitan en Buenos Aires o en nuestro país todo. “¿Subo al colectivo antes que el primero de la fila?” O peor: “¿Soborno a tal legislador para que primero trate mi asunto?”
En suma, nunca está de más conocer a fondo las leyes que gobiernan el espacio en que convivimos. De todos y cada uno depende que disfrutar en el salón de baile sea más que una elección.

Gustavo y María en el Parakultural. 15/05/2007